Limpiar el ombligo correctamente y con regularidad es vital para prevenir olores desagradables e infecciones, aunque no todos lo hacen frecuentemente.
La forma del ombligo permite la acumulación de pelo, aceite, suciedad, células muertas y transpiración, que junto con las bacterias pueden provocar infecciones como la onfalitis.
La onfalitis en adultos es una infección que afecta al ombligo, causada generalmente por bacterias que ingresan a través de cortes, raspaduras o por acumulación de suciedad.
Puede manifestarse con síntomas como enrojecimiento, dolor, inflamación y secreción de pus en la zona del ombligo, lo cual amerita una consulta con un especialista médico. Es importante tratarla adecuadamente para prevenir complicaciones más graves.
Cómo limpiar el ombligo correctamente
Para evitar infecciones y malos olores, es esencial aprender a limpiar el ombligo de manera correcta. Se recomienda hacerlo con agua y jabón al menos una vez al día, usando un hisopo de algodón para acceder a las zonas más difíciles.
En días calurosos o después de hacer ejercicio, cuando la transpiración es más abundante, es especialmente importante prestar atención a esta limpieza. También, si se usa ropa que suelta pelusa, como la lana, es crucial eliminar cualquier residuo que pueda acumularse.
Además de la limpieza diaria con agua y jabón, se puede usar un paño o algodón remojados en alcohol para limpiar el ombligo suavemente, seguido de un buen enjuague y secado. Otra opción es usar una mezcla de agua con sal aplicada con una toalla humedecida.
Riesgos de no limpiar el ombligo
El ombligo puede acumular varias sustancias que, si no se limpian adecuadamente, pueden endurecerse y formar una “piedra”. La falta de higiene en esta área puede llevar a infecciones, aunque no sean muy comunes.
Un estudio de la Universidad Estatal de Carolina del Norte encontró que, en promedio, cada ombligo contiene 67 tipos diferentes de bacterias. En el análisis de 60 ombligos, uno tenía hasta 107 tipos.
Algunos voluntarios presentaban bacterias que solo se habían encontrado en lugares específicos, como el suelo de Japón, a pesar de no haber estado allí. Otro caso incluía bacterias de ambientes extremos, como los polos.
Si persiste un mal olor en el ombligo junto con síntomas como comezón o secreciones, es recomendable visitar a un especialista, ya que podrían ser signos de una infección que necesita tratamiento médico.