El radioteatro fue un género fundamental en el desarrollo de la cultura argentina. Reflejó nuestro pasado y fomentó el teatro nacional a lo largo y a lo ancho del país.
Entregas como Chispazos de tradición, escrita por el español Andrés González Pulido, y emitida por Radio Belgrano, de lunes a viernes a las 18.30, paralizaban al país en los años 30, se llenaban los tranvías para llegar a tiempo a sentarse frente a las radios “capillas” a escuchar la emisión.
Los elencos del programa, auspiciado por cigarrillos Condal, recorrían el país y llevaban a los escenarios sus temporadas radiales provocando ilusiones y desilusiones al develarse los rostros de las y los protagonistas.
Los actores y actrices que interpretaban a los malvados sufrían agresiones y “los buenos” era colmados de elogios.
En 1942 comenzó a emitirse por Radio El Mundo, de lunes a viernes a las 20.15, uno de los mayores éxitos de la historia del género: Los Pérez García, que recreaba historias de una clásica familia de clase media urbana, que tenía muchos problemas y también alegrías y emociones.
El elenco estaba compuesto por Martín Zabalúa, en el rol de Don Pedro, el padre; Sara Prósperi, Doña Clara, la madre; y los hijos, Perla Black, como Luisa, y Jorge Norton, como Raúl.
Ya en los 50, a la hora de la merienda, las chicas y los chicos escuchaban por radio Splendid Las aventuras de Tarzán, que tenía como sponsor a la chocolatada Toddy.
Era una lograda adaptación local del célebre personaje creado por Edgar Rice Burroughs, escrita por Jorge Rey y protagonizada por César Llanos (Tarzán), Mabel Landó (Juana), Oscar Rovito (Tarzanito) y Juan Carlos Dusó (el indio Wali).
Los domingos por la noche, la cita con los clásicos del teatro nacional era con Las dos carátulas, que comenzó a emitirse el 9 de julio de 1950 por Radio del Estado y se mantuvo en el aire por su continuadora, Radio Nacional, hasta 2024.
La aparición de la televisión a comienzos de los años cincuenta no afectó seriamente a los radioteatros porque los aparatos receptores eran muy caros y la producción nacional de programas era incipiente.
Todavía resonaba aquel “mamarrachito mío” de Oscar Casco junto a Hilda Bernard en el Teatro Palmolive del aire, con libretos de Nené Cascallar y Alberto Migré.
A comienzos de los sesenta, la masificación de los televisores y la aparición de la televisión privada fue introduciendo el teleteatro, heredero del radioteatro pero muy marcado por la influencia norteamericana, que lo alejaba de aquellos dramas gauchescos o históricos.
Su temática era mayoritariamente urbana y sus protagonistas de clase media, cuyo ejemplo emblemático fue El amor tiene cara de mujer de Nené Cascallar, emitido entre 1964 y 1970, por Canal 13.
En esos años proliferarán las novelas de mucamas engañadas y embarazadas ante el primer contacto sexual y de ricas a las que se presentaba como “malas” pero candidatas naturales a ocupar el corazón del galán, al que todo se le perdona.
La ruptura apareció con Rolando Rivas, taxista, de Alberto Migré, con Claudio García Satur (Rolando), Soledad Silveyra (Mónica Higuera Paz) y Nora Cárpena (Soledad Riglos Arana), emitida por Canal 13 los martes a las 22.00 desde el 7 de marzo de 1972.
Fue una tira memorable marcada por detalles originales como la profesión del protagonista, el reflejo del clima de época que rompía la clásica atemporalidad de las telenovelas, y las celebridades que se subían al taxi cada semana.
La novela se convirtió en un rotundo éxito, que llegó a medir más de 40 puntos de rating, concitando también la atención de los varones de la familia.
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