“Mamá, estoy enamorada de un criminal”: lo dijo Britney Spears primero en 2011 con su canción “Criminal” y lo dicen hoy no miles, sino millones de mujeres alrededor del mundo.
Luigi Mangione, graduado de la Ivy League y joven ingeniero de software de 26 años, desarrolló un fandom en línea desde que fue arrestado el 9 de diciembre en relación al ataque del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, quien murió tras recibir tres disparos por la espalda cuando llegaba a un hotel de Manhattan para asistir a una conferencia de inversores.
Si bien gran parte de su apoyo en redes surge de la ira latente sobre la inequidad general entre los ciudadanos estadounidenses y las carencias en su sistema de salud, la figura de Mangione se viralizó de la noche a la mañana cuando se reveló su identidad (y apariencia) al público, quien no demoró en encontrarlo en prácticamente todas sus redes sociales.
Tan solo unas horas después de su arresto, los seguidores en las cuentas de Mangione en Instagram y X se multiplicaron, alcanzando los 64.000 seguidores en Instagram y los 400.000 seguidores en X a pesar de no publicar nada en sus redes sociales desde 2021. Sin embargo, su estatus de influencer duró poco ya que ambos perfiles fueron eliminados permanentemente.
Pero esto no detuvo a los internautas, quienes no perdieron el tiempo y consiguieron varias imágenes de, digamos, “mejor calidad”, junto con toda la información personal necesaria para alimentar un fanatismo propio de una celebridad de Hollywood.
No es la primera vez que esta especie de glamour de delincuente se manifiesta en el público general, y tampoco será la última, ya que lo que está sucediendo ahora con Luigi Mangione es simplemente el caso más reciente de hibristofilia dentro de la larga lista de criminales que se ganaron el corazón de millones, mayormente mujeres, más allá de sus delitos.
Para la psicología, la hibristofilia no es una enfermedad sino una preferencia sexual que se puede manifestar en distintos grados de intensidad. La misma describe la atracción hacia individuos peligrosos o criminales.
Fue el prominente psicólogo y sexólogo John Money quien acuñó el término por primera vez en los años 50. Con él describía una forma de obtención del placer sexual que se desvía de lo considerado estándar. Este fenómeno, que para él era patológico, afectaba sobre todo a las mujeres heterosexuales.
Aunque varios autores ofrecen explicaciones para esta atracción ilógica, actualmente no existen suficientes estudios científicos sobre este fenómeno ni datos sobre cuánta gente tiene tendencias hibristófilas. Pero las razones para explicar la motivación detrás de esta inusual atracción sexual son variadas y no exentas de especulación.
Según la psicóloga forense Katherine Ramsland, autora de varios libros sobre asesinos en serie, algunas mujeres se obsesionan con la idea de transformar con amor a estos hombres “dañados” y redimirlos; mientras que a otras las motivan factores casi maternales, al sentir compasión, pena o incluso ternura por el hombre encarcelado a pesar de la atrocidad cometida con una tendencia a proteger al niño que alguna vez fueron.
Video
Luigi Mangione es editado por fanáticas en TikTok
Antes de este caso, por ejemplo, estaba el de Jeremy Meeks, también conocido como “el delincuente sensual”, un antiguo miembro de los Crips que fue encarcelado por robo a gran escala, cuya foto policial se viralizó y tras ser puesto en libertad obtuvo un contrato de modelaje de lujo y ahora tiene más de un millón de seguidores en Instagram.
En cualquier caso, ya sea por idealización cultural o por el carácter seductor y manipulador que la psicología le atribuye a los psicópatas, una parte significativa de nuestras sociedades muestra cierto interés hacia las personas violentas, que protagonizan gran parte de las películas, series, novelas y videojuegos que consumimos.
Actualmente Mangione se enfrenta a tres cargos por la muerte del ejecutivo de UnitedHealthcare Brian Thompson: dos variantes de homicidio en segundo grado y un cargo de homicidio en primer grado que lo califica de terrorista.
Según la ley de Nueva York, este cargo puede aplicarse sobre delitos violentos cometidos por una persona o grupo cuyas motivaciones son de “naturaleza política, religiosa, social, racial o medioambiental”, y si el acto busca “intimidar o coaccionar a una población civil o influir en las políticas de un gobierno”.
Si es declarado culpable, el joven de 26 años podría recibir cadena perpetua sin libertad condicional, de acuerdo con las condenas establecidas por las normativas estatales.