El azúcar en sangre, conocido también como glucosa, es la fuente de combustible que necesita nuestro organismo para funcionar bien. Cuando su nivel es adecuado, aporta la energía necesaria para caminar, trabajar y realizar las demás actividades cotidianas.
Si, por el contrario, esta sustancia que proviene directamente de los alimentos está muy alta o muy baja, podemos sentirnos mal e incluso enfermarnos.
La encargada de regular el nivel de azúcar en sangre es la insulina, una hormona que produce el páncreas. Consumir demasiadas golosinas, dulces o refrescos puede provocar que el nivel de glucosa se eleve demasiado rápido. La consecuencia: cansancio y mal humor. A largo plazo, además, pueden traer graves problemas de salud, como la diabetes.
Una de las claves para no correr riesgos es comer alimentos saludables, como frutas, verduras y cereales integrales. Y, claro, descartar productos con mucho azúcar procesado.
Por la mañana, la insulina muestra mayor resistencia, lo que puede generar picos de glucosa. Por esta razón, los médicos recomiendan ingerir en el desayuno alimentos que aporten nutrientes esenciales y con bajo índice glucémico. La Clínica Mayo, de Estados Unidos, indica que un nivel de glucosa normal deben estar por debajo de los 100 mg/dL.
Un artículo del sitio Un Como pone el foco en los ingredientes saludables para mantener el azúcar en sangre bajo control:
Aquí, cuatro opciones saludables para incorporar en el desayuno:
- Huevos revueltos con pan integral y tomate: una propuesta rica en proteínas y fibra, con el pan integral aportando carbohidratos complejos que se liberan lentamente.
- Yogur natural sin azúcar con fresas y avena: proteínas, antioxidantes y fibra, ideales para regular los niveles de glucosa.
- Pan integral con jamón, palta y aceite de oliva: este plato combina carbohidratos complejos, proteínas y grasas saludables que ayudan a controlar la insulina.
- Evitar edulcorantes artificiales y azúcares: recomiendan no incluirlos en las infusiones que acompañan el desayuno. Sugieren optar por stevia o miel, pero siempre en cantidades moderadas.